Los primeros 1.000 días de vida, desde la concepción hasta los 2 años son decisivos para el desarrollo físico y mental de los niños. Sin embargo, en Ecuador, uno de cada cinco menores de esa edad sufre desnutrición crónica infantil (DCI), una condición que refleja profundas desigualdades territoriales y estructurales, especialmente en provincias como Chimborazo, Santa Elena y Cotopaxi.

Frente a esta realidad, el Estado implementó el Bono 1.000 Días, una ayuda mensual de $50 para mujeres embarazadas y niños menores de 2 años en situación de pobreza. Este bono también incluye pagos adicionales al momento del nacimiento y en los primeros dos años del niño, condicionados a controles médicos y registro civil.

Hasta junio de 2025, el programa ha llegado a más de 143.000 personas, priorizando provincias con alta concentración poblacional y necesidades sociales. Su expansión ha sido notable, con un fuerte crecimiento en cobertura, especialmente entre los niños. Sin embargo, en el caso de mujeres gestantes, el avance ha sido más lento.

La evidencia muestra resultados prometedores: la DCI bajó del 20,1 % al 19,3 % en solo un año, y un estudio reveló mejoras significativas en la talla de los niños beneficiarios. El reto sigue siendo llegar a zonas rurales dispersas y mantener el acceso a servicios integrales como controles prenatales y desarrollo infantil temprano.

Inspirado por casos exitosos en países como Perú, Bolivia y Nigeria, Ecuador proyecta ampliar la cobertura a 200.000 personas hasta fines de 2025. Pero el desafío no es solo expandir el bono, sino garantizar que se traduzca en atención médica efectiva, nutrición adecuada y, en última instancia, un futuro más saludable para la infancia ecuatoriana.

Fuente: PRIMICIAS

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