
Tras el fallecimiento del papa Francisco, ocurrido el pasado 21 de abril, el Vaticano ya se alista para llevar a cabo un nuevo cónclave, previsto para el 7 de mayo. Será el 76° en la historia de la Iglesia Católica y se perfila como uno sin precedentes, al contar con la participación de 71 cardenales procedentes de los cinco continentes, con una edad promedio de 72 años, lo que lo convierte en el más internacional hasta la fecha.
El cónclave es el proceso mediante el cual se elige a un nuevo papa, y no tiene una duración establecida. Su extensión depende del grado de consenso entre los cardenales electores. El procedimiento está regulado por la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, promulgada por Juan Pablo II y modificada por Benedicto XVI. Esta norma indica que, si tras 34 votaciones no se alcanza un resultado, solo podrán ser elegidos los dos candidatos con más votos, siempre con mayoría calificada.
En los últimos cónclaves, el proceso ha sido relativamente corto. El papa Francisco fue elegido en 2013 tras cinco votaciones; su antecesor, Benedicto XVI, fue elegido en 2005 con solo cuatro. Juan Pablo II necesitó ocho votaciones en 1978, mientras que Juan Pablo I fue elegido también en ese mismo año tras cuatro rondas.