
El exmilitar estadounidense y fundador de la polémica empresa de seguridad privada Blackwater, Erik Prince, dejó Ecuador pocos días después de celebrarse la segunda vuelta electoral, sin que hasta ahora exista una explicación oficial sobre su presencia en el país.
Prince, conocido por su historial en operaciones militares privadas y señalado por su participación en conflictos como la guerra de Irak, permaneció en el país por varias semanas previas a las elecciones, en medio de un marcado silencio institucional. Aunque no hubo información pública sobre su agenda, se difundieron versiones sobre reuniones con autoridades ecuatorianas y actores del sector privado, lo que despertó inquietudes por su posible vínculo con estrategias de seguridad del gobierno de Daniel Noboa.
Organizaciones de derechos humanos y analistas han cuestionado el hermetismo con el que se manejó su visita y advierten que una eventual colaboración con Prince podría representar riesgos para la soberanía y los derechos civiles en el país. Hasta el momento, ni el Ejecutivo ni el Ministerio de Gobierno han emitido pronunciamientos que aclaren si existieron acuerdos o compromisos con el polémico empresario.
La salida de Prince sin rendición de cuentas ni transparencia oficial refuerza el clima de incertidumbre que rodea las políticas de seguridad actuales. La ciudadanía y la prensa siguen a la espera de respuestas sobre una visita que, más allá de ser incómoda, podría tener implicaciones delicadas para el futuro del país.