
Ecuador sigue sumido en una crisis de violencia imparable. Este jueves 6 de marzo, una masacre dejó 22 muertos y 3 heridos en el distrito de Nueva Prosperina, en Guayaquil, una de las zonas más golpeadas por el crimen organizado. La matanza ocurrió alrededor de las 15:00 (hora local), cuando un grupo armado irrumpió en la barriada de Socio Vivienda 2 y ejecutó a sangre fría a sus víctimas.
Ecuador sigue sumido en una crisis de violencia imparable. Este jueves 6 de marzo, una masacre dejó 22 muertos y 3 heridos en el distrito de Nueva Prosperina, en Guayaquil, una de las zonas más golpeadas por el crimen organizado. La matanza ocurrió alrededor de las 15:00 (hora local), cuando un grupo armado irrumpió en la barriada de Socio Vivienda 2 y ejecutó a sangre fría a sus víctimas.
Según fuentes policiales, el ataque fue perpetrado por al menos 20 sicarios que utilizaron fusiles y pistolas de 9 mm, en lo que se presume es un enfrentamiento entre las facciones Igualitos y Fénix, grupos derivados de la banda criminal Los Tiguerones. La violencia no es nueva en esta zona, pero el nivel de brutalidad y la falta de control evidencian el colapso de la estrategia de seguridad del gobierno de Daniel Noboa.
Un Estado sin control
El presidente Noboa ha insistido en que el país se encuentra en un «conflicto armado interno» y ha desplegado militares bajo estados de excepción. Sin embargo, la realidad demuestra que estas medidas no han logrado frenar la ola de crímenes. Nueva Prosperina, donde ocurrió la masacre, es un claro ejemplo de la ineficacia del Gobierno: los sicarios ingresaron por las montañas para evitar los controles militares, dejando en evidencia la falta de planificación en los operativos de seguridad.
El alcalde de Guayaquil, Aquiles Álvarez, criticó duramente la situación, asegurando que “esto es una barbaridad” y denunciando que la ciudad se ha convertido en un «campo de batalla» donde la población civil queda atrapada entre las disputas de las mafias. Además, reveló que en este distrito se han registrado 180 muertes violentas en lo que va del año, lo que demuestra que la crisis está lejos de resolverse.
“Mientras el Gobierno distrae a la opinión pública con inspecciones a restaurantes, las mafias siguen haciendo lo que les da la gana”, señaló Álvarez, haciendo referencia a los recientes operativos de control que se han convertido en titulares, mientras la verdadera guerra se libra en las calles sin respuesta efectiva.
Un país tomado por el crimen
La violencia en Ecuador ha alcanzado niveles históricos. En 2018, la tasa de homicidios era de 6 por cada 100.000 habitantes; en 2023, el país rompió el récord de América Latina con 47 homicidios por cada 100.000 habitantes, superando incluso a naciones con conflictos armados internos. En 2024, la crisis sigue sin freno, y la matanza de Nueva Prosperina es solo un reflejo del colapso de la seguridad.
Mientras tanto, el Gobierno sigue anunciando estrategias que no han dado resultados concretos. Los estados de excepción se han vuelto permanentes, pero sin una verdadera reforma en la lucha contra el crimen organizado, la violencia sigue en aumento. El asesinato de 22 personas en Guayaquil es otro recordatorio de que las bandas criminales han tomado el control, y que la población sigue pagando con su vida la inoperancia de las autoridades.